Los desarrollos tecnológicos transforman la manera en la que nos relacionamos con el mundo, definiendo así la construcción de las subjetividades y las formas de hacer comunidad. Durante el último siglo, el proceso de desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación ha ocurrido de manera tan acelerada que no hemos tenido espacio para analizar sus efectos en la gestión de lo común.
En nombre del “progreso” y de la seguridad -que parecen cada vez más lejanos- la tecnología se ha desplegado sobre casi todos los aspectos de la vida humana de manera invasiva y desproporcionada.
Cotidianamente, millones de personas en todo el planeta usan servicios cómo las redes sociales donde comparten sus sentimientos, preocupaciones, intereses y conocimientos, a través de fotos, vídeos, audios y textos que son procesados con inteligencia artificial y big data.
En lugar de estar construyendo un mejor mundo para vivir, estamos habitando en un planeta donde todas, todes y todos actuamos diferentes porque sabemos que estamos siendo observados y difícilmente podemos dimensionar la manera en la que esto modifica nuestras relaciones.
6h37min
92%
De este tiempo
ocurre en el uso de
teléfonos inteligentes.
Estos datos representan en parte la injerencia que tienen las tecnologías digitales en nuestra vida cotidiana, y nos permite pensar la relación que existe entre calidad de la vida y tiempo en pantalla.
«…las redes sociales y la telefonía celular dotada de cámaras han creado una zona de vigilancia mutua masiva que se suma a los sistemas de control urbano ubicuos como las cámaras de videovigilancia, el rastreo por GPS y el software de reconocimiento facial. Por si la vigilancia institucional fuera poco, las personas se vigilan ahora rutinariamente las unas a las otras, tomando incontables fotografías y publicándolas casi en tiempo real. El control social que se deriva de estas prácticas de representación horizontal ha adquirido bastante peso.» (Hito Steyerl.
A pesar de que no existe ninguna prueba para creer que las tecnologías autoritarias por sí mismas van a resolver los problemas sociales, económicos y culturales que están a la base de la inseguridad y la violencia, las empresas fabricantes ofrecen cada vez con más fervor la adquisición de más, y mejor, tecnologías a gobiernos, sector privado y ciudadanía en general, como el camino más eficiente hacia una solución definitiva.
Tecnosolucionismo que implica enormes inversión y más extractivismo, para que sea posible el despliegue de sistemas de vigilancia que prometen tener capacidades para la detección de armas o la identificación de actitudes sospechosas en la ciudadanía, pero que nunca atenderán la raíz del problema y, en cambio, si reproducen las condiciones para consolidación de estados autoritarios y amplificación de las inequidades sociales en estás nuevas sociedades distópicas.
Tecnosolucionismo que implica enormes inversión y más extractivismo, para que sea posible el despliegue de sistemas de vigilancia que prometen tener capacidades para la detección de armas o la identificación de actitudes sospechosas en la ciudadanía, pero que nunca atenderán la raíz del problema y, en cambio, si reproducen las condiciones para consolidación de estados autoritarios y amplificación de las inequidades sociales en estás nuevas sociedades distópicas.
Parece que es ideal crear un escenario de inseguridad para que en nombre de la paz y el orden, sea posible justificar no solo la inversión desmedida del presupuesto público, sino también para normalizar la situación en la que todas las personas deben ser observadas por su propio bien y que, por tanto, todas deben ser vigiladas por tecnologías capaces de discernir que es lo bueno y que es lo malo, que notifican a una autoridad competente cuando debe ejercer el control y la sanción. Para las investigaciones desarrolladas, trabajaremos con cuatro tipos de tecnologías autoritarias:
Videovigilancia
Grandes sistemas distribuidos de ojos autómatas que aspira a desarrollar la capacidad de la omnipresencia, ser la mirada que no duerme y que puede verlo todo. La promesa de la seguridad y el control permanente de las personas que habitan y circulan por un territorio específico, sacrifica su intimidad y privacidad.
La implementación de estos sistemas requiere el despliegue tecnológico de millones de dispositivos que son fabricados, programados y gestionados por empresas privadas y que son adquiridos, desplegados y controlados por gobiernos.
Normalmente, son gestionados de manera centralizada en grandes y costos centros operativos de monitoreo nacional y/o regional con capacidades de interoperabilidad entre diversas tecnologías. Todo lo que es capturado desde las cámaras pasa por distintas etapas de procesamiento y clasificación. En estos centros se almacenan grandes volúmenes de información, que son cotejados con extensas bases de datos que se pueden alimentan de sistemas de reconocimiento biométrico.
Inteligencia artificial aplicada
Spyware y sistemas de monitorio
Sistemas de reconocimiento biométrico
Ninguna de estas tecnologías por sí misma logra ser efectiva para enfrentar los problemas estructurales que causan la inseguridad o la delincuencia. Pero sí, en cambio, todas requieren multimillonarias inversiones para su implementación, ejecución de presupuestos, profundizando la desigualdad y en los problemas sociales que general la inseguridad y la violencia.