Los desarrollos tecnológicos transforman la manera en la que nos relacionamos con el mundo, definiendo así la construcción de las subjetividades y las formas de hacer comunidad. Durante el último siglo, el proceso de desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación ha ocurrido de manera tan acelerada que no hemos tenido espacio para analizar sus efectos en la gestión de lo común.

Vivimos un proceso de transformación social definido en gran medida por los planes de los gobiernos y de las empresas fabricantes de tecnología, los cuales en escasas oportunidades responden a las necesidades de las comunidades.

En nombre del “progreso” y de la seguridad -que parecen cada vez más lejanos- la tecnología se ha desplegado sobre casi todos los aspectos de la vida humana de manera invasiva y desproporcionada.

Cotidianamente, millones de personas en todo el planeta usan servicios cómo las redes sociales donde comparten sus sentimientos, preocupaciones, intereses y conocimientos, a través de fotos, vídeos, audios y textos que son procesados con inteligencia artificial y big data.

En lugar de estar construyendo un mejor mundo para vivir, estamos habitando en un planeta donde todas, todes y todos actuamos diferentes porque sabemos que estamos siendo observados y difícilmente podemos dimensionar la manera en la que esto modifica nuestras relaciones.

Vivimos un proceso de transformación social definido en gran medida por
Según datos del «Digital 2023: Global Overview Report» se estima que el tiempo promedio en pantalla de una persona es de

6h37min

92%

De este tiempo
ocurre en el uso de
teléfonos inteligentes.

Estos datos representan en parte la injerencia que tienen las tecnologías digitales en nuestra vida cotidiana, y nos permite pensar la relación que existe entre calidad de la vida y tiempo en pantalla.

«…las redes sociales y la telefonía celular dotada de cámaras han creado una zona de vigilancia mutua masiva que se suma a los sistemas de control urbano ubicuos como las cámaras de videovigilancia, el rastreo por GPS y el software de reconocimiento facial. Por si la vigilancia institucional fuera poco, las personas se vigilan ahora rutinariamente las unas a las otras, tomando incontables fotografías y publicándolas casi en tiempo real. El control social que se deriva de estas prácticas de representación horizontal ha adquirido bastante peso.» (Hito Steyerl.

A pesar de que no existe ninguna prueba para creer que las tecnologías autoritarias por sí mismas van a resolver los problemas sociales, económicos y culturales que están a la base de la inseguridad y la violencia, las empresas fabricantes ofrecen cada vez con más fervor la adquisición de más, y mejor, tecnologías a gobiernos, sector privado y ciudadanía en general, como el camino más eficiente hacia una solución definitiva.

Tecnosolucionismo que implica enormes inversión y más extractivismo, para que sea posible el despliegue de sistemas de vigilancia que prometen tener capacidades para la detección de armas o la identificación de actitudes sospechosas en la ciudadanía, pero que nunca atenderán la raíz del problema y, en cambio, si reproducen las condiciones para consolidación de estados autoritarios y amplificación de las inequidades sociales en estás nuevas sociedades distópicas.

Tecnosolucionismo que implica enormes inversión y más extractivismo, para que sea posible el despliegue de sistemas de vigilancia que prometen tener capacidades para la detección de armas o la identificación de actitudes sospechosas en la ciudadanía, pero que nunca atenderán la raíz del problema y, en cambio, si reproducen las condiciones para consolidación de estados autoritarios y amplificación de las inequidades sociales en estás nuevas sociedades distópicas.

Parece que es ideal crear un escenario de inseguridad para que en nombre de la paz y el orden, sea posible justificar no solo la inversión desmedida del presupuesto público, sino también para normalizar la situación en la que todas las personas deben ser observadas por su propio bien y que, por tanto, todas deben ser vigiladas por tecnologías capaces de discernir que es lo bueno y que es lo malo, que notifican a una autoridad competente cuando debe ejercer el control y la sanción. Para las investigaciones desarrolladas, trabajaremos con cuatro tipos de tecnologías autoritarias:

Videovigilancia

Grandes sistemas distribuidos de ojos autómatas que aspira a desarrollar la capacidad de la omnipresencia, ser la mirada que no duerme y que puede verlo todo. La promesa de la seguridad y el control permanente de las personas que habitan y circulan por un territorio específico, sacrifica su intimidad y privacidad.

La implementación de estos sistemas requiere el despliegue tecnológico de millones de dispositivos que son fabricados, programados y gestionados por empresas privadas y que son adquiridos, desplegados y controlados por gobiernos.

Normalmente, son gestionados de manera centralizada en grandes y costos centros operativos de monitoreo nacional y/o regional con capacidades de interoperabilidad entre diversas tecnologías. Todo lo que es capturado desde las cámaras pasa por distintas etapas de procesamiento y clasificación. En estos centros se almacenan grandes volúmenes de información, que son cotejados con extensas bases de datos que se pueden alimentan de sistemas de reconocimiento biométrico.

Inteligencia artificial aplicada

No es inteligente, pero si es rápida e inclemente. Esta tecnología pretende desarrollar capacidades similares a las capacidades del pensamiento humano prometiendo ser incuso mejor, más rápida y efectiva. Por medio de descomunales inversiones para el despliegue de enormes equipos de computo que se alimentan de grandes volúmenes de información para comparar, elegir y procesar sin piedad ni reflexión. Esta tecnología trae consigo la promesa de la verdad inequívoca, construyendo la imagen de una autoridad superior a lo humano. La confianza en esta tecnología es un grave peligro, porque ella misma contiene los sesgos y prejuicios de las personas que las crean y que las usan. Pero, mientras las personas deben regirse por las leyes y los acuerdos internacionalesexistentes, esta aplicación de la tecnología trabaja resolviendo problemas según los parámetros (información) que le entregan, y aunque los parámetros estén mal o sean insuficientes, la máquina debe dar una respuesta sin importar si esta se corresponde con la realidad o no, y mucho menos si se ajusta a la ley o no. Es necesario el desarrollo de políticas que regulen el uso de esta tecnología, algo que yo ocupa la agenda de países como Brasil.

Spyware y sistemas de monitorio

Para qué vigilar a cada una persona, una por una, si se pueden vigilar todas a la vez todo el tiempo, almacenándolo todo para usarlo -en contra de alguien- cuando sea necesario. El Spyware (software de espionaje) representa la más completa capacidad omnipresente del seguimiento y control. Se trata de una tecnología que en sí misma inflige terror por su constante asedio a toda persona, sospechosa o no, o potencial enemiga, que puede afectar los planes de un gobierno, una mafia o cualquier otro grupo de poder que haga uso arbitrario de la fuerza. Desde la opacidad, empresas transnacionales desarrollan y despliegan sistemas capaces de infiltrar y espiar dispositivos personales como celulares y computadores, mientras que los Gobiernos, también desde la opacidad, con multimillonarias inversiones, adquieren dichas tecnologías para acceder con muy poco esfuerzo y una gran inversión a la vida cotidiana de periodistas, activistas y opositores políticos, convirtiendo los teléfonos personales en una amenaza, un enemigo en su bolsillo que da accesos a quienes espían a los espacios más íntimos de su vida. La más profunda y exacta omnipresencia.  La opacidad hace referencia a la falta de transparencia con la que empresas y gobiernos desarrollan e implementan tecnologías y políticas autoritarias. En el ámbito meramente tecnológico, este concepto define la manera en la que los dispositivos contemporáneos ocultan su funcionamiento y operación tras sofisticados diseños que estimulan una idea abstracta de la realidad.

Sistemas de reconocimiento biométrico

Durante los últimos años se ha extendido el uso de tecnologías de reconocimiento biométrico a través de cámaras videovigilancia en el espacio público. Esta tecnología consiste en la capacidad automática de identificación de personas o situaciones sospechosas basadas en patrones. Sin embargo, su falta de efectividad ha sido ampliamente documentada y ya empieza a ser prohibida en muchos países y ciudades alrededor del mundo, en razón de que su capacidad para levantar falsos positivos ha causado graves daños a personas. Organizaciones defensoras de derechos humanos de diferentes países han denunciado el sesgo de raza y género con el que opera el reconocimiento facial, atentando contra derechos y libertades fundamentales, principalmente de personas no blancas, causando detenciones arbitrarias y abusos policiales en diferentes latitudes. Es por esto que su implementación ha sido prohibida en ciudades como: Boston, Portland y San Francisco, Buenos Aires y Sau Paulo, Chicago y California. En Europa. Se viene analizando desde hace tiempo la prohibición de uso en espacios públicos en razón de las grandes desigualdades que genera y por los continuos fallos o falsos positivos, que esta tecnología notifica.

Ninguna de estas tecnologías por sí misma logra ser efectiva para enfrentar los problemas estructurales que causan la inseguridad o la delincuencia. Pero sí, en cambio, todas requieren multimillonarias inversiones para su implementación, ejecución de presupuestos, profundizando la desigualdad y en los problemas sociales que general la inseguridad y la violencia.